En octubre de 2015, un equipo de científicos de la Universidad Nacional de La Plata encontró –sin buscarlo- glifosato en gasas, toallas femeninas y tampones, entre otros productos de higiene.
La noticia causó impacto en los medios, pero no fue novedad en los pueblos afectados por su uso: el algodón estaba igual de contaminado que el aire, el agua, el suelo y la orina de los consumidores.
Ese mismo año, un equipo integrado por docentes y alumnos de la Facultad de Agronomía de la UBA desarrolló el Glifotest, un dispositivo que, con la misma lógica de los test de embarazo tradicionales, determina la presencia de glifosato en sustratos diluidos en agua a partir de una bacteria modificada genéticamente.
El docente e investigador a cargo del proyecto, Lic. Pablo Peralta Roa, dialogó con Agencia CTyS-UNLaM acerca de esta iniciativa que nació a partir de TECNOx, la competencia sobre biología sintética llevada a cabo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde obtuvieron una mención por el trabajo en comunidad.
“La biología sintética –apunta el investigador- es la ciencia y la técnica que se encarga de diseñar y construir bloques de genes que confieran a organismos características y funciones nuevas, que no existen en la naturaleza”. Esta disciplina, que recientemente comenzó a desplegarse en el campo científico argentino, les permitió embarcarse en el diseño de un test de detección de glifosato, que funciona mediante una coloración diferencial de bacterias Escherichia coli modificadas genéticamente.
“Se trata de un kit en el que uno tiene la bacteria deshidratada fijada en una tira reactiva -de plástico o de papel- que se torna de un azul intenso al colocarla en una solución que contiene glifosato como contaminante”, apunta Peralta Roa y agrega que el proyecto se encuentra en fase experimental.