En un comunicado el Colegio Argentino de Cardiólogos Intervencionistas (CACI) lanzó una advertencia contundente sobre la situación crítica que enfrenta la atención de pacientes que necesitan procedimientos como angioplastias o colocación de stents en Argentina. Según el CACI, existe una «tormenta perfecta» en el sistema de salud que podría llevar a la desaparición de estas prácticas en el mediano plazo si no se toman medidas urgentes.
El aumento significativo en el costo de equipos y suministros médicos, combinado con una disminución en los honorarios profesionales, ha creado un escenario insostenible para los cardiólogos intervencionistas. Esto se traduce en reprogramación de procedimientos, demoras de meses en la atención y, en última instancia, pone en riesgo la salud de los pacientes .
La situación se agrava por los bajos honorarios que reciben los médicos en comparación con sus colegas en otros países de la región. Los cardiólogos intervencionistas argentinos enfrentan condiciones económicas desfavorables, con pagos que llegan hasta 150 días después de la atención al paciente. Esta situación está impulsando la emigración de profesionales altamente capacitados hacia países con mejores condiciones laborales .
El impacto de esta crisis no se limita solo a los profesionales, sino que afecta directamente la calidad de la atención médica y la disponibilidad de servicios especializados en cardiología intervencionista. Los hospitales y centros de salud enfrentan dificultades para adquirir equipos actualizados y garantizar insumos básicos debido a las restricciones financieras .
El panorama descrito por el CACI es alarmante. La falta de inversión en el sistema de salud y las políticas que no atienden las necesidades de los profesionales médicos están llevando a una situación insostenible en la atención cardiovascular en Argentina. La emigración de talento médico y la pérdida de capacidad para realizar procedimientos vitales como angioplastias y colocación de stents representan un grave riesgo para la salud pública .
Las autoridades sanitarias y los responsables políticos deben abordar urgentemente esta crisis antes de que se agrave aún más y ponga en peligro la vida de los pacientes que dependen de estos servicios especializados. La atención cardiovascular es esencial para prevenir enfermedades graves y salvar vidas, y su desatención no puede permitirse en un sistema de salud moderno y eficaz .